5 Ficha página 121, documento 4.
Dos faltas de ortografía
Nota: 8
Sin mirar el libro.
Seguramente a estas alturas estás pensando que los
filósofos, como siempre, hablan de cosas demasiado abstractas. Pero no lo
creas. Párate a pensar y comprenderás que nosotros, hombres y mujeres de hoy,
les debemos a esos filósofos idealistas el poder vernos a nosotros mismos como
seres que no nos limitamos a reflejar el mundo como un espejo, sino que estamos
inmersos en él.
No somos meros traductores de las señales que el mundo
exterior manda a nuestros sentidos, sino protagonistas de una epopeya propia,
de nuestra vida.
Quizá te parezca poca
cosa, porque tú «naciste sabiéndolo». Pero es fundamental que reflexiones sobre
el hecho de que alguien acuñó este pensamiento en un momento dado y que
antes ni el mundo ni el yo de cada uno se veía de esta manera.
Explícate
ordenadamente las diferencias entre cientificistas e idealistas.
2.3 Los artistas.
Las dos tendencias señaladas se dieron también en el arte. El racionalismo en el arte es el
neoclasicismo, el nuevo idealismo es el romanticismo.
La ilustración había hecho triunfar el neoclasicismo francés (que marcaba las normas del buen gusto en
toda Europa), según el cual la expresión artística debía sujetarse a la norma
clásica establecida. En arquitectura, pintura y escultura, la norma establecía
el predominio de la línea recta, la medida proporcional, la sencillez y la
contención de la forma, del color y de la expresión y el menosprecio de la
sensualidad. La fuente de inspiración eran los modelos clásicos de Grecia y
Roma, renovados por entonces debido al reciente descubrimiento de las ruinas de
Pompeya y Herculano en el sur de Italia. En la literatura los dramas debían
ajustarse al canon clásico y la poesía a las estrofas, el ritmo o la rima
admitieron como correctos. (DOCUMENTO 4)
Pero las revoluciones cambiaron totalmente el panorama del
arte, alumbrando el romanticismo*,
nacido en Europa central, que declaró la
guerra a muerte a la autoridad artística y sus normas.
En 1777 salió a la luz una obra que anunciaba el
romanticismo: El joven Werther, de Goethe, que alcanzará dieciocho
ediciones en veinte años. Entre 1801 y 1805 se publicaron Atala y René, de Chateaubriand, padre del romanticismo francés. En 1810,
Mme. Staël escribió su libro De
l´Allemagne, que popularizó el romanticismo alemán en Francia y que fue prohibido
por Napoleón. Staël y Chateaubriand se exiliaron porque consideraban el
bonapartismo una tiranía.
El romanticismo era poco grato a la autoridad porque no se
sujetaba a las normas impuestas y porque era en todo contrario al arte que
entonces se reconocía oficialmente. El romanticismo violaba las normas y exaltaba, por encima de todo, la libertad creadora
del artista, que no debía limitarse a estudiar y reproducir la naturaleza,
el mundo, como si él fuera un observador ajeno.
Para los románticos había algunas verdades evidentes:
- Que el individuo tiene preferencia sobre la colectividad y debe poner especial cuidado en no olvidarse de sí mismo, en no estar «ocupado por sus sentidos y por sus ideas y necesariamente, pues, fuera de sí, dirigido por todo lo que es ajeno a él mismo, es decir, a su personalidad » (M. de Biran).
DOCUMENTO 4.

David, El juramento de los Horacios.
La composición de este cuadro ejemplifica el espíritu del
artista neoclásico. Frente a la frivolidad del arte cortesano, muestra el valor
moral de los héroes clásicos. David, su autor, será después el pintor de corte
de Napoleón. El arte racionalista suponía una reacción frente al barroco,
última expresión propia del Antiguo Régimen, que había sido el arte cortesano y
por ello estaba asociado a la monarquía absolutista.
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