Ficha página 127, a partir de DOCUMENTO 13.
Una falta de ortografía
Nota: 9
En España, Emilia Pardo Bazán, Clarín y Blasco Ibáñez siguieron el camino del naturalismo.
Nota: 9
En España, Emilia Pardo Bazán, Clarín y Blasco Ibáñez siguieron el camino del naturalismo.
Mediado del siglo XIX, la literatura se había transformado en un gran negocio. Por entonces los
diarios ya tenían en Europa occidental grandes tiradas, porque las ciudades crecían y la
alfabetización se extendía incluso entre los obreros. La prensa pasó a ser el medio de
comunicación por excelencia y la literatura, especialmente la novela, se convirtió en un buen
medio para atraer anunciantes y suscriptores.
En busca de suscripciones y anuncios, se publicaban todo tipo de cosas: artículos de viajes,
escándalos, juicios y, como gran novedad, las novelas por entregas, llamadas folletines,
publicadas por capítulos semanales o diarios. Las leía todo el mundo, aristócratas y obreros, ricos
y pobres. En las casas más modestas se coleccionaban novelas de los autores de moda. Las
modistillas en los talleres, los señores en los salones, los criados en la cocina, leían la vida y los
hechos de este o aquel personaje y debatían el posible final de la intriga⁷.
En el caso de Rusia, las novelas de entonces reflejaban la tradicional preocupación social de la
intelectualidad rusa. Así, Tolstoi o Dostoievski fueron nacionalistas conservadores que hablaban
de la Madre Rusia, fustigaban el individualismo y cantaban al amor y la solidaridad. El
aislamiento del individuo, la soledad del hombre moderno, la libertad, fueron sus preocupaciones
y presentaron como una epopeya la lucha de cada personaje por no separarse de su mundo y de su
comunidad. Novelas como Ana Karenina (Tolstoi) o Los hermanos Karamazov (Dostoievski) son
obras cumbre del naturalismo europeo. (DOCUMENTO 14)
La poesía se resistió al realismo. En la misma fecha en que se publicó Madame Bovary (1857),
vio la luz otro libro, Las flores del mal, de Baudelaire, obra de un poeta único, que encontró una
forma de expresión para los conflictos de alma humana, para su desgarramiento más profundo
entre las pasiones, la imaginación, la realidad, y el impulso hacia el mal. Odiaba a los realistas,
a los que consideraba «asesinos de facultades humanas» y creó un lenguaje nuevo que lo convirtió
en el primer representante de la poesía moderna. (DOCUMENTO 15)
La pintura, sin embargo, también encontró su razón de ser en la observación de la realidad. La
imaginación, tan querida por los románticos, quedó proscrita.
Courbet, maestro de esta pintura, lo decía claramente: «La imaginación en el arte consiste en
saber hallar la expresión de una cosa existente, pero nunca en suponer o en crear esa cosa. [...]
Creo que la pintura es un arte esencialmente concreto y no puede consistir más que en la
representación de las cosas reales y existentes».
La ciencia quería regir todos los aspectos de la vida, quería someter a norma los sentimientos y el
porvenir entero de la humanidad.
DOCUMENTO 14
Retrato de Tolstoi. Tolstoi fue reverenciado en Rusia y en toda Europa como un reformador social
y los intelectuales de todo el mundo peregrinaban a su mansión para ver de cerca a aquel viejo
conde que predicaba la no cooperación con el gobierno, había renunciado a sus riquezas para
practicar un cristianismo primitivo y había sido excomulgado por la Iglesia ortodoxa.
DOCUMENTO 15
Ven a mi corazón, amante cruel y sorda,
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero por mucho tiempo hundir mis dedos temblorosos
En la espesura de tu cabello denso.
En tus enaguas llenas de perfumes,
Sepultar mi cabeza dolorida
Y respirar, como una flor marchita,
El aire dulce de mi difunto amor.
Quiero dormir, dormir más que vivir,
En un sueño tan dulce como la muerte,
Yo extenderé mis besos sin remordimientos
Sobre tu bello cuerpo pulido como el cobre. (...)
Charles Baudelaire. Las flores del mal.
⁷ La prensa francesa publicó por entregas gran parte de la obra de Balzac, y los novelistas
famosos llegaron a vivir holgadamente con los honorarios de los periódicos. Baste un ejemplo:
el diario Le Siècle contrató a Alejandro Dumas (el famosísimo autor de Los tres mosqueteros) por
200.000 francos al año, lo que le permitió emplear a setenta y tres colaboradores que trabajaban para
sus novelas, como si de una producción en cadena se tratara.
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