Obra 14 , el arte del siglo XIX, El entierro de Ornans de Courbet.
EL ENTIERRO DE ORNANS DE COURBET:

Nombre: El entierro de Ornans de Coubert.
Autor: Gustave Courbet.
Año: tenía 30 años.
Fecha de creación: 1849.
Estilo artístico: realismo.
Tamaño: 315 cm × 668 cm.
La mujer en la parte central de la pintura se cree que es la viuda del fallecido.

Detalle de dos mujeres, hermanas del pintor.

Por otro lado, el ataúd se inclina a lo largo de la diagonal del rectángulo formado por el horizonte y el borde inferior de la tela (línea amarilla). El ataúd está inclinado con la misma orientación que el brazo horizontal de la cruz y si se alarga la diagonal, se descubre que «se hunde» en el sacristán y en el lugar destinado a ser enterrado el fallecido.
Finalmente, el alargamiento de los brazos de la cruz (línea blanca), muestra una diagonal que cruza el cielo por encima de la multitud. También se distingue un eje que va desde el suelo, «tierra» al «cielo»: pasa a través del vaso del agua bendita, agua con la que el sacerdote puede bautizar, por el corazón del niño, que ha recibido el sacramento de la comunión, el portador de la cruz que ha recibido el sacramento del matrimonio y por fin el crucifijo y el cuerpo de Cristo. Courbet, representó el viaje de la vida mediante los sacramentos cristianos, desde el nacimiento hasta la muerte, y también la vida después de la muerte. La cruz del crucifijo y la cruz dibujada con los huesos en la tela que cubre el ataúd (resaltado en negro) forman dos cruces oscuras, claramente visibles sobre el fondo claro: el símbolo de la religión cristiana se opone a un símbolo de los francmasones.

Nombre: El entierro de Ornans de Coubert.
Autor: Gustave Courbet.
Año: tenía 30 años.
Fecha de creación: 1849.
Estilo artístico: realismo.
Tamaño: 315 cm × 668 cm.
Entierro en Ornans (en francés, Un enterrement à Ornans) es uno de los cuadros más conocidos del pintor francés Gustave Courbet. Está realizado al óleo sobre tela. Fue pintado en 1849, encontrándose actualmente en el Museo de Orsay, de París, Francia.
La pintura fue presentada en el Salón de 1850, provocando un escándalo, ya que se había dado el tratamiento, en formato y estilo, de una pintura de historia a lo que no era sino un episodio banal, un entierro de pueblo, es decir, una escena de género .Esta pintura marcó el nacimiento del verdadero realismo.
El soporte es una tela que mide 3,24 metros de alto por 6,63 metros de ancho. Está pintado al óleo.
Es una composición abierta. La composición viene determinada por las figuras representadas de pie a tamaño natural que están dispuestas horizontalmente, a modo de friso, imitando los sarcófagos de la antigüedad romana. El friso que forman los personajes, mostrando una isocefalia, sigue la misma ondulación rítmica que la montaña del Jura, que sirve de fondo y que era el paisaje auténtico de Ornans. Los personajes están puestos sin ningún tipo de jerarquía, pero las mujeres se mantienen separadas de los hombres a la derecha; entre ellas se encuentran las hermanas del pintor: Juliette llorando y Zoé ocultando el rostro en un pañuelo y Zélie pensativa. La horizontalidad de los dos precipicios del fondo y de las nubes se contrapone con la verticalidad de los personajes.


Detalle de dos mujeres, hermanas del pintor.
La perspectiva viene dada por el claroscuro, los diferentes planos en los que se distribuyen las figuras y su superposición y el fondo con los acantilados que se alza detrás de los personajes.
La línea del horizonte está por encima de las cabezas de los asistentes al entierro, a 1 /7 partes del cuadro. No hay una simetría clara. La estructura compositiva de la tela tiene su centro en la acción que tiene lugar en la única obertura existente en la línea de los acantilados.
La luz es barroca, inspirada ligeramente en Caravaggio. Busca contrastes entre el primer plano, donde está el ataúd y los religiosos que hacen la ceremonia, y la franja de personajes vestidos de negro. La luz no se utiliza para acentuar el dramatismo de los personajes, sino para dar corporeidad y volumen a los cuerpos. En el cuadro domina una luz crepuscular que acentúa la soledad del paisaje.
Utiliza una gama cromática muy reducida para aumentar el dramatismo de la escena. Predomina el color negro y el blanco, también hay rojos en las togas y los birretes de los maceros, en los que se ve la influencia de Velázquez y Zurbarán. El color blanco predomina en las personas y en los objetos del primer plano, como la serie de pequeñas manchas blancas (de los pañuelos, las toquillas, los cuellos de las camisas y del perro) que se expanden por todo el cuadro. Junto a estos colores predominan una serie de tonos ocres-terrosos y verduscos del paisaje que dan uniformidad al cuadro. Por lo tanto, estamos viendo que Courbert reacciona contra el romanticismo y el idealismo clásico.
La pintura de Courbet obedece a una construcción geométrica:
En primer lugar, si se sigue la línea formada por los acantilados del fondo y los pies de la gente en el primer plano (línea azul), muestra que los «cielos», llenos de espiritualidad a través de Cristo (que continúa siendo el espíritu de los muertos según la religión cristiana), se opone a la «tierra» donde se encuentra la fosa y el cuerpo físico será enterrado.

Por otro lado, el ataúd se inclina a lo largo de la diagonal del rectángulo formado por el horizonte y el borde inferior de la tela (línea amarilla). El ataúd está inclinado con la misma orientación que el brazo horizontal de la cruz y si se alarga la diagonal, se descubre que «se hunde» en el sacristán y en el lugar destinado a ser enterrado el fallecido.
Finalmente, el alargamiento de los brazos de la cruz (línea blanca), muestra una diagonal que cruza el cielo por encima de la multitud. También se distingue un eje que va desde el suelo, «tierra» al «cielo»: pasa a través del vaso del agua bendita, agua con la que el sacerdote puede bautizar, por el corazón del niño, que ha recibido el sacramento de la comunión, el portador de la cruz que ha recibido el sacramento del matrimonio y por fin el crucifijo y el cuerpo de Cristo. Courbet, representó el viaje de la vida mediante los sacramentos cristianos, desde el nacimiento hasta la muerte, y también la vida después de la muerte. La cruz del crucifijo y la cruz dibujada con los huesos en la tela que cubre el ataúd (resaltado en negro) forman dos cruces oscuras, claramente visibles sobre el fondo claro: el símbolo de la religión cristiana se opone a un símbolo de los francmasones.
Los 27 personajes eran todos habitantes de Ornans que Courbet hizo posar en su taller. Los representó, como se hacía en aquellos tiempos dentro de los templos separados los hombres en la parte izquierda y las mujeres en la derecha. Los hombres se encuentran vestidos de negro y muchos de ellos con sombrero de copa. Las mujeres, tienen sobre sus cabezas cofias blancas con capuchas negras, muchas de ellas sostienen un pañuelo blanco en su mano para llorar al muerto.
El objetivo de Courbet al pintar este cuadro era plasmar un acontecimiento social, como lo es un entierro. El pintor era plenamente consciente que reproducir los hechos tal como son, se convertían en una denuncia y en un acto provocativo, pero era la realidad y nadie podía cambiarla.
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