Obra 7. La lechera de Burdeos.


Este cuadro, “la lechera de Burdeos”, es uno de los últimos
pintados por el artista español Francisco de Goya y Lucientes, concretamente lo
realizó en 1827 un año antes de su muerte durante su exilio en la ciudad
francesa de Burdeos. Aquel año, Goya contaba con 81 años de edad y esta tela de
alguna forma es su particular homenaje a la juventud y a la belleza femenina;
utilizando la técnica de óleo sobre lienzo. Actualmente, se encuentra en el Museo del Prado, Madrid (España).
Pertenece al período del Romanticismo aunque esta pintura es impresionista; movimiento
pictórico que surge en Francia a finales del S.XIX en contra de las fórmulas
artísticas impuestas por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los
modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales en el Salón parisino.
Se caracteriza por el intento de plasmar la luz (la «impresión» visual) y el
instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba; las
pinceladas sueltas, mencionadas anteriormente, es lo que más lo vincula al
estilo señalado.
Las medidas del cuadro son de 74 centímetros de alto y 68 centímetros
de ancho (0,68 metros x 0,74 metros); la superficie total es de 5032 centímetros
cuadrados (0,5032 metros cuadrados) .Lo que hoy conocemos en realidad es un
fragmento de lo que sería una obra de mayores dimensiones. Por esa razón en la
imagen no aparece ningún elemento que sirva para reconocer a la mujer como una
lechera, tal y como indica el título. En la obra total, se vería a una señora
montada en un caballo y aparecería rodeada por varios recipientes de leche,
mientras atravesaba las calles de Burdeos. Sin embargo, ese cuadro inicial fue
recortado y hoy en día tan sólo contamos con este bello retrato, casi como si
fuera un busto desde un punto de vista lateral.
La obra representa a una mujer, única y principal figura de
la obra, que solía llevarle la leche a Goya. Está sentada, con expresión
tranquila, con cierta melancolía. Su tez es pálida, iluminada. Va vestida de una
especie de vestido-túnica, de color gris-verdoso, el color varía según la
iluminación. Encima del vestido tiene una especie de pequeño manto, de color
marrón-beis claro. En la cabeza lleva el pelo recogido con un pañuelo de
tonalidades blancas, con un tratamiento pictórico similar a la vestimenta. En
general, la mujer aparece muy sencilla, sin elementos llamativos, transmite
serenidad y poco dinamismo. El fondo es claro, con matices azulados en la
esquina superior derecha. A su lado encontramos un cántaro de leche.
Cromáticamente todo el cuadro está pintado con colores
fríos, algo que rompe con las reglas académicas, excepto la piel de la mujer,
que contrasta con sus tonos cálidos y rosáceos. Siguiendo esta gama de colores,
es policromo.
Los tonos grises y verdosos dominan armónicamente
conjuntados, la pincelada es corta y aparece la yuxtaposición de toques de
color, tal y como bastantes años después harían los impresionistas, de cuyos
hallazgos es una clara anticipación.
La pincelada es suelta y libre, la mancha de color como
trazo característico, los colores muy empastados y los tonos grises y verdosos
dominan armónicamente conjuntados. Pero hay dos aspectos muy significativos en
este cuadro: por una parte la aplicación de color en grandes manchas se realiza
de tal manera que los tonos se superponen unos a otros (yuxtaposición de toques
de color), de modo que en vez de mezclarse sobre el lienzo se mezclan en
nuestra propia retina; y en segundo lugar, que ciertas tonalidades cambian de
color o lo intensifican cuando se trata de crear sombras o una mayor
luminosidad, tal y como bastantes años después harían los impresionistas.
Este cuadro es figurativo.La composición es sencilla,
rectangular/piramidal ya que la mujer aparece sentada (supuestamente sobre una
montura), hay una línea curva principal que la forma el cuerpo de esa mujer,
que está sentada levemente inclinada. Da sensación de ausencia de movimiento;
la mujer está tranquilamente sentada observando fijamente un punto de este. Esta
obra presenta puntos de fuga en la parte del cuello de la mujer, haciendo que resalte.
La luz parece artificial, pero no se nota demasiado. Hay
solamente un foco que ilumina levemente todo el cuadro, lo que se dice que la
luz se reparte de forma uniforme, sin crear contrastes ni claroscuros. Goya
busca dar un efecto de sencillez.
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